Fallas Geológicas en Venezuela
VIII Congreso Venezolano de Sismología e Ingeniería Sísmica
Ingeniería forense puede contribuir a lograr ciudades más seguras
Venezuela tiene 13 fallas geológicas, entre las cuales están: San Sebastián, El Pilar, Boconó, Pichao, San Mateo, Humocaro y Burro Negro.
A partir del terremoto de Caracas, ocurrido el 29 de julio de 1967 y que produjo unas 300 víctimas, comenzaron a sistematizarse las normas para la construcción de obras civiles capaces de resistir un sismo.
En Venezuela están vigentes las normas Covenin 1756 desde el año 1982, que son de obligatoria aplicación en la construcción de edificaciones para preservar el mayor número de vidas en caso de un movimiento sísmico.
Este es parte del temario presentado en la antesala del VIII Congreso Venezolano de Sismología e Ingeniería Sísmica (viiiconvesis@yahoo.es) del 17 al 19 de mayo, bajo los auspicios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo, el Instituto de Modelos y Materiales Estructurales (Imme) de la Universidad Central de Venezuela, la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis, ente adscrito al Ministerio de Ciencia y Tecnología) y la Sociedad Venezolana de Investigaciones en Sismología e Ingeniería Sísmica (Sovis).
Como parte del programa del congreso, en la Sala Telemática de la Facultad de Ingeniería, se dictaron diversos cursos, uno de los cuales fue dictado por José Grases G., profesor universitario e ingeniero civil especializado en sismos e ingeniería forense, quien señaló que los estudios de ingeniería forense permiten determinar las fallas de construcción y reforzar estructuras para soportar un sismo.
Grases refirió que, desde el terremoto de Caracas, ingenieros y geólogos venezolanos y de distintos países comenzaron a interesarse por las fallas geológicas y sus posibles consecuencias. Acotó que Venezuela tiene 13 fallas geológicas, entre las cuales están: San Sebastián, El Pilar, Boconó, Pichao, San Mateo, Humocaro y Burro Negro.
Desde entonces, surgió la preocupación de los profesionales de la Ingeniería por establecer normas para la construcción de estructuras, ya que en ese terremoto hubo edificios que se vinieron al suelo y otros que no sufrieron daños importantes.
“Los sismos pasados han contribuido grandemente en el conocimiento técnico sobre cómo las estructuras se desempeñan bajo ese tipo de cargas y pueden ser considerados como programas de ensayo gigantescos donde es posible comparar la respuesta de variados tipos de construcción y la influencia de detalles constructivos”, afirmó Grases.
Agregó que, luego del terremoto de Agadir, el 29 de febrero de 1960 y considerado el más mortífero del siglo pasado, sucedió el gran terremoto de Chile, que terminaría siendo el mayor del siglo XX. Estos sismos encendieron las alarmas en las comunidades profesionales y de defensa civil. La Unesco y la Organización de Estados Americanos reconocieron la importancia de esta amenaza natural.
En Venezuela están vigentes las normas Covenin 1756 desde el año 1982, que son de obligatoria aplicación en la construcción de edificaciones para preservar el mayor número de vidas en caso de un movimiento sísmico.
Este es parte del temario presentado en la antesala del VIII Congreso Venezolano de Sismología e Ingeniería Sísmica (viiiconvesis@yahoo.es) del 17 al 19 de mayo, bajo los auspicios de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo, el Instituto de Modelos y Materiales Estructurales (Imme) de la Universidad Central de Venezuela, la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis, ente adscrito al Ministerio de Ciencia y Tecnología) y la Sociedad Venezolana de Investigaciones en Sismología e Ingeniería Sísmica (Sovis).
Como parte del programa del congreso, en la Sala Telemática de la Facultad de Ingeniería, se dictaron diversos cursos, uno de los cuales fue dictado por José Grases G., profesor universitario e ingeniero civil especializado en sismos e ingeniería forense, quien señaló que los estudios de ingeniería forense permiten determinar las fallas de construcción y reforzar estructuras para soportar un sismo.
Grases refirió que, desde el terremoto de Caracas, ingenieros y geólogos venezolanos y de distintos países comenzaron a interesarse por las fallas geológicas y sus posibles consecuencias. Acotó que Venezuela tiene 13 fallas geológicas, entre las cuales están: San Sebastián, El Pilar, Boconó, Pichao, San Mateo, Humocaro y Burro Negro.
Desde entonces, surgió la preocupación de los profesionales de la Ingeniería por establecer normas para la construcción de estructuras, ya que en ese terremoto hubo edificios que se vinieron al suelo y otros que no sufrieron daños importantes.
“Los sismos pasados han contribuido grandemente en el conocimiento técnico sobre cómo las estructuras se desempeñan bajo ese tipo de cargas y pueden ser considerados como programas de ensayo gigantescos donde es posible comparar la respuesta de variados tipos de construcción y la influencia de detalles constructivos”, afirmó Grases.
Agregó que, luego del terremoto de Agadir, el 29 de febrero de 1960 y considerado el más mortífero del siglo pasado, sucedió el gran terremoto de Chile, que terminaría siendo el mayor del siglo XX. Estos sismos encendieron las alarmas en las comunidades profesionales y de defensa civil. La Unesco y la Organización de Estados Americanos reconocieron la importancia de esta amenaza natural.
Por ello establecieron programas para enviar misiones al campo a estudiar los efectos de sismos relevantes. En opinión Grases, este tipo de trabajo multidisciplinario, junto con iniciativas de organismos como el Eeri y otros, sistematiza la Ingeniería Sísmica Forense moderna. Dice que sus observaciones constituyen indudables aportes a la mejor comprensión de la respuesta inelástica de estructuras bajo acciones dinámicas, interacción con los elementos no estructurales y efectos locales del subsuelo.
-Las normas sísmicas están muy hermanadas con las normas de diseño, de hormigón armado, de concreto armado o de acero. Lo que necesitamos son estructuras dúctiles, que se puedan deformar y sean capaces de disipar energía. En la medida que una estructura absorbe la energía del sismo y no la disipa, produce deformaciones inelásticas que van a ocasionar cierto daño, pero que reducen al máximo la posibilidad de ruina. Lo que queremos es salvar vidas, recalcó.
“Si no queremos ningún daño, tenemos que hacer una estructura muy robusta, pero más cara”, sostiene Grases, quien aclaró que lo alto de un edificio no indica que es menos resistente a un sismo.
-Lo que se busca es que, independientemente de la ubicación y de la altura de un edificio, la confiabilidad estructural sea la misma. En Venezuela, están vigentes las normas Covenin para la construcción de obras de ingeniería civil, las cuales son de aplicación obligatoria. Las primeras normas fueron elaboradas en 1967 tras el terremoto de Caracas, se modificaron en 1982 y 1991 y son las que continúan vigentes (Norma Covenin 1756), puntualizó.
-Pensamos que son unas normas bastante actualizadas, porque otros países la han copiado, pues les parece que están muy bien. Colombia y Venezuela tienen unas normas parecidas. Costa Rica adoptó nuestras normas y ahora están elaborando las suyas. Si bien no tenemos toda la verdad en nuestras manos, ya sabemos mucho más que antes, aseveró.
Educación, elemento fundamental en la prevención
En vista del riesgo sísmico de nuestro país, se considera fundamental difundir avances en ingeniería sísmica, cómo lograr ciudades más seguras y disminuir la pérdida de vidas y bienes cuando ocurren estos fenómenos.
Para tener ciudades más seguras, hace falta educación. La zona centro norte costera del país es de alto riesgo sísmico y, coincidencialmente, es de las regiones del territorio nacional más habitado, a diferencia del sur.
Japón es uno de los países con mayor riesgo sísmico. Allá a la población se le educa desde temprana edad. A los preescolares les enseñan cómo resguardarse en su colegio con los recursos que tienen a su alcance, como son debajo del pupitre, de los marcos de las puertas.
En Venezuela no tenemos una cultura para enfrentar el riesgo sísmico como esos países, pero la Tierra tiembla todos los días y nuestro país no está exento de esta amenaza, sobre todo la zona norte costera, donde hay una serie de fallas geológicas importantes, debido al desplazamiento de las placas del Caribe y del sur.
Casualmente, esta zona es la de mayor crecimiento urbano. Debido a la gran cantidad de habitantes que viven allí, se hace necesario incrementar la educación en esta área.
Para tener ciudades más seguras, hace falta educación. La zona centro norte costera del país es de alto riesgo sísmico y, coincidencialmente, es de las regiones del territorio nacional más habitado, a diferencia del sur.
Japón es uno de los países con mayor riesgo sísmico. Allá a la población se le educa desde temprana edad. A los preescolares les enseñan cómo resguardarse en su colegio con los recursos que tienen a su alcance, como son debajo del pupitre, de los marcos de las puertas.
En Venezuela no tenemos una cultura para enfrentar el riesgo sísmico como esos países, pero la Tierra tiembla todos los días y nuestro país no está exento de esta amenaza, sobre todo la zona norte costera, donde hay una serie de fallas geológicas importantes, debido al desplazamiento de las placas del Caribe y del sur.
Casualmente, esta zona es la de mayor crecimiento urbano. Debido a la gran cantidad de habitantes que viven allí, se hace necesario incrementar la educación en esta área.
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